Trastorno
del espectro autista
El trastorno del espectro autista (TEA) es una
condición neurológica y de desarrollo que comienza en la niñez y dura toda la
vida. Afecta cómo una persona se comporta, interactúa con otros, se comunica y
aprende. Este trastorno incluye lo que se conocía como síndrome de Asperger y
el trastorno generalizado del desarrollo no especificado.
Se lo llama "trastorno de espectro" porque
diferentes personas con TEA pueden tener una gran variedad de síntomas
distintos. Estas pueden tener problemas para hablar con usted y es posible que
no lo miren a los ojos cuando usted les habla. Además, pueden tener intereses
limitados y comportamientos repetitivos. Es posible que pasen mucho tiempo
ordenando cosas o repitiendo una frase una y otra vez. Parecieran estar en su
"propio mundo".
Durante los chequeos regulares, el doctor debería
examinar el desarrollo de su niño. Si existen signos de TEA, su niño tendrá una
evaluación completa y exhaustiva. Esta puede incluir un equipo de especialistas
que realizarán varios exámenes y evaluaciones para llegar a un diagnóstico.
No se conocen las causas del trastorno del espectro
autista. Las investigaciones sugieren que tanto los genes como los factores
ambientales juegan un rol importante.
Actualmente, no existe un tratamiento estándar para el
TEA. Hay muchas maneras de maximizar la capacidad del niño para crecer y
aprender nuevas habilidades. Cuanto antes se comience, mayores son las
probabilidades de tener más efectos positivos en los síntomas y las aptitudes.
Los tratamientos incluyen terapias de comportamiento y de comunicación,
desarrollo de habilidades y/o medicamentos para controlar los síntomas.
Los trastornos del espectro autista (TEA) son una
discapacidad del desarrollo que puede provocar problemas sociales,
comunicacionales y conductuales significativos. A menudo, no hay indicios en el
aspecto de las personas con TEA que los diferencien de otras personas, pero es
posible que quienes tienen un TEA se comuniquen, interactúen, se comporten y
aprendan de maneras distintas a otras personas. Las destrezas de aprendizaje,
pensamiento y resolución de problemas de las personas con TEA pueden variar; hay
desde personas con muy altos niveles de capacidad (dotadas, o gifted en
inglés) y personas que tienen muchas dificultades. Algunas necesitan mucha
ayuda en la vida diaria, mientras que otras necesitan menos.
Actualmente, el diagnóstico de TEA incluye muchas
afecciones que solían diagnosticarse por separado e incluyen el trastorno
autista, el trastorno generalizado del desarrollo no especificado de otra
manera (PDD-NOS, por sus siglas en inglés) y el síndrome de Asperger. Hoy en
día, a todas estas afecciones se las denomina trastornos del espectro autista.
Signos y síntomas
Las personas con un TEA a menudo tienen problemas con
las destrezas sociales, emocionales y de comunicación. Es posible que repitan
determinados comportamientos o que no quieran cambios en sus actividades
diarias. Muchas personas con TEA también tienen distintas maneras de aprender,
prestar atención o reaccionar ante las cosas. Algunos de los signos comienzan
durante la niñez temprana y, por lo general, duran toda la vida.
Los niños o adultos con TEA podrían presentar las
siguientes características:
- No
señalar los objetos para demostrar su interés (por ejemplo, no señalar un
avión que pasa volando).
- No
mirar los objetos cuando otra persona los señala.
- Tener
dificultad para relacionarse con los demás o no manifestar ningún interés
por otras personas.
- Evitar
el contacto visual y querer estar solos.
- Tener
dificultades para comprender los sentimientos de otras personas y para
hablar de sus propios sentimientos.
- Preferir
que no se los abrace, o abrazar a otras personas solo cuando ellos
quieren.
- Parecer
no estar conscientes cuando otras personas les hablan pero responder a
otros sonidos.
- Estar
muy interesados en las personas pero no saber cómo hablar, jugar ni
relacionarse con ellas.
- Repetir
o imitar palabras o frases que se les dicen, o bien, repetir palabras o
frases en lugar del lenguaje normal.
- Tener
dificultades para expresar sus necesidades con palabras o movimientos
habituales.
- No
jugar juegos de simulación (por ejemplo, no jugar a “darle de comer” a un
muñeco).
- Repetir
acciones una y otra vez.
- Tener
dificultades para adaptarse cuando hay un cambio en la rutina.
- Tener
reacciones poco habituales al olor, el gusto, el aspecto, el tacto o el
sonido de las cosas.
- Perder
las destrezas que antes tenían (por ejemplo, dejar de decir palabras que
antes usaban).
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